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Meditaciones sobre la Semana Santa
Sí, Jesús ha muerto, ha `descendido` a la profundidad misteriosa a la que la muerte nos conduce. Ha marchado hacia la soledad más extrema, donde nadie nos puede acompañar. En efecto, `estar muerto` comporta ante todo la pérdida de la comunicación, una soledad en la que el amor ya no puede avanzar. En ese sentido, Cristo fue `al infierno`, cuya esencia es justamente la privación del amor, la separación de Dios y de los hombres. Pero allí donde llega él , el "infierno" deja de ser infierno, puesto que él mismo es la vida y el amor, puesto que él es el puente que une al hombre y a Dios. Y por eso mismo , también a los hombres entre ellos. Así el descenso es al mismo tiempo también transformación; ya no existe la última soledad.
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