Fue en la Edad Media cuando los cristianos empezaron a asociar este mes con la Virgen María. A partir del siglo XIII se menciona en las Cantigas de Santa María del rey Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio (1252-1284). Compara la belleza de María con la del mes de mayo.
Poco a poco, los dominicos y los franciscanos fomentaron esta devoción en Italia: se erigían altares a la Virgen a principios de mayo y se tejían coronas de flores para ella. A finales del siglo XVIII, los jesuitas, a su vez, la retomaron y la difundieron en sus misiones.
En 1785, el padre jesuita Alfonso Muzzarelli publicó ‘El mes de María o mayo en Ferrara’ (Italia), que tuvo una gran difusión. En él propone meditaciones sobre las virtudes de la Virgen María para cada día del mes de mayo. Se tradujo al inglés, al español y al portugués, e incluso al árabe en Beirut.
El éxito de esta obra llevó al papa Pío VII a extender la devoción al mes de María en toda la Iglesia católica, concediendo indulgencias a quienes la practicaban. Su sucesor, el papa Pío IX, confirmó su decisión.
En la actualidad, el papa Francisco también ha alentado esta devoción, especialmente en 2020, al comienzo de la pandemia: “Queridos hermanos y hermanas, contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá aún más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba” (Carta del 25 de abril de 2020).
El rezo del rosario despliega toda la vida de Cristo a través de los ojos de María, ¡es un verdadero catecismo!
Por supuesto, rezar a María todo lo que se pueda.